-Por fin voy a estar en primero
de Primaria. Me encanta ese curso. ¡Es el de enseñar a leer! Siempre me ha
parecido que hay pocos honores semejantes en la vida de una persona. No creo
que haya ninguna otra profesión en la que se signifique tanto para tantas
personas a la vez y durante un periodo de tiempo tan prolongado. Esto de la
docencia es una maravilla.
-Yo no tengo ni idea de a dónde
voy. No han salido aún las vacantes pero me temo lo peor. Tiene guasa que con
una nota cercana al 9 en las oposiciones, me toque de nuevo la lista de
interinos. Es que no han salido apenas plazas y llevamos así no sé cuántos
años. Desde el aula sabemos bien cuánta falta hace aumentar el número de
profesores.
-No puede ser. ¡Si eres la mejor
maestra del mundo! ¡Si nos has dado lecciones a todos!
-Pues ya ves, compañero. Atraer a
los mejores profesionales a la docencia, lo llaman. Y luego te examinan con un
sistema que debió de inventar Napoleón.
-Oye, que los de primero son
veinticinco y seis vienen sin escolarizar. ¡Madre mía! Los de Infantil suben en
plan nubosidad variable: algunos leyendo, otros aún dando sus primeros pasos… Seis
sin escolarización previa me parecen demasiados. No tenemos profesores de
apoyo. Lo suyo sería desdoblar pero…
-Eh, compañeros, no admito
quejas. A sexto acaban de llegar dos niños que no hablan castellano y a los que
la comisión de escolarización ha enviado aquí en vez de a un aula de enlace. Y
la prueba CDI está asomando ya los bigotes.
-Pero tú tienes profesor de
compensatoria en el centro, ¿no?
-Relativamente. Se van a casar
dos compañeras con dos semanas de diferencia. Dos permisos justos, pero como la
administración, aunque autorice estas ausencias, no manda sustitutos, el profe
de compensatoria tendrá que estar un mes como tutor de esas dos clases. Cuando
queramos atender a estos chicos estaremos preparando la función de Navidad.
-Ya veo que cunde el desánimo.
-¿Desánimo? ¡No! Estamos poniendo
en marcha el aprendizaje por proyectos. Nos matamos a reuniones de coordinación
pero estamos entusiasmados. Nos han contagiado las de Infantil y vamos a
ponernos las pilas en todo el colegio.
-Nosotros estamos aplicando ya el
aprendizaje cooperativo. Es un cambio de mentalidad, nos empuja a hacer cosas
que nunca habíamos hecho pero como la tarima ya murió hay que convertirse en
profesionales de los nuevos tiempos.
-Nosotros también innovamos. Y
acogemos, compartimos, reímos, sufrimos. Este año el objetivo es incorporar más
y mejor a las familias. Y lo vamos a conseguir.
-Oíd, Primaria, desde el
Instituto os apoyamos. A ver si va a parecer que aquí no hay dificultades.
-La nueva Ley, ¿verdad?
-Sí, un caos organizativo y un
curso cuyos días lectivos comienzan sin que haya habido tiempo material ni de
elaborar los horarios. Mucha incertidumbre y pocas expectativas de que todo
este esfuerzo de adaptación vaya a tener continuidad.
-¿Y los nuevos libros? ¿Los
habéis visto? El salto entre los cursos LOE y los LOMCE es casi insalvable. ¿Qué
vamos a hacer?
-Seguir a los chicos que nos han
tocado en suerte, como siempre. Dar el callo nosotros y sacar de ellos todas
sus posibilidades.
-Entonces, ¿tampoco hay desánimo
en la ESO?
-Lo que hay es indignación, pero
desánimo no. Aquí se trabaja con la esperanza.
-Yo mantengo la esperanza de que
podamos seguir jubilándonos a los sesenta. Me encuentro cascadillo.
-Estás hecho un chaval, pero la
renovación es necesaria siempre. Y en este gremio, más.
-¿Qué queréis que os diga? ¿Qué
me hace ilusión que devuelvan la extra aquella del año catapún? Cuando cierro
la puerta del aula no hay recortes. Ahora, en cuanto paro un momento veo hasta
qué punto se ha castigado y se sigue castigando a la escuela pública. Ya sabéis
dónde trabajo yo. Nos sentimos asfixiados, mi centro se va a terminar
convirtiendo en una especie de “reserva” entre privilegiados.
-Falta consenso, la educación
está dividida por la intervención política. Hace falta un pacto sobre los requisitos
mínimos para la mejora de la educación y un compromiso de mantener la
estabilidad. Así encontraría de nuevo la escuela pública su papel de referencia.
-Pero mientras llega o no ese
pacto, nuestro desafío, como cada septiembre, es ético e inapelable. El centro
debe ser la unidad educativa por excelencia; nosotros como claustro, un
referente personal y profesional; el equipo directivo, un catalizador de ideas.
La respuesta está en todos nosotros.
-Y la daremos alta y clara, como
siempre. ¿Quién lo duda?
-Suelto el móvil ya, que va a sonar el timbre de entrada.
Allí veo a mis alumnos y alumnas de primero. Yo soy su maestra. Mantener a cada
uno de estos niños concretos en el corazón del proceso educativo es mi gran
reto de este curso y de siempre.
-Pues muy feliz curso nuevo, profe.
-Feliz curso nuevo a todos.