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viernes, 3 de julio de 2015

CLÓNICOS

 
Me había impresionado un reportaje de la revista 21RS sobre nuestro presente y nuestro futuro hermanado con la robótica y andaba buscando similitudes mecánicas entre la gente de la calle. Entonces me encontré con un grupo de muchachas que celebraba una de esas tremendas despedidas de soltera que se han puesto tan de moda últimamente. Eran muy jóvenes,  exactamente igual de pintarrajeadas y despeinadas, todas vestidas de pingo, o de pingüino quizás, clónicas. “Son como robots” - me dije a mí misma – “nos estamos despersonalizando”. Y mientras elaboraba teorías sobre este mundo enajenado que obliga a las mujeres a pasar por el aro de tantas tonterías, una de ellas me llamó:
-¡Eh, señora, esta cartera del suelo debe de ser suya! Tenga cuidado.
Y entonces la vi a ella en singular, como se ve la sombrillita roja en este mar de tiendas iguales que aparece en la fotografía. Era una chiquilla simpática, indefensa y frágil, que se abría al mundo y que estaba allí, en su tiempo, como hubiera podido estar cosiendo junto a una reja hace cien años, o suspirando al trovador hace ochocientos. Era una persona única y ya adivinaba que aquella noche tal vez iba a hacerle daño.
Me había impresionado el reportaje de 21RS sobre nuestro presente y nuestro futuro hermanado con la robótica y andaba buscando similitudes mecánicas entre la gente de la calle. Entonces me encontré con una excursión de muchachos con síndrome Down, con síndrome autista, con mil y un síndromes extraños, pero con el mismo aspecto un poco lunático. Clónicos. Pensé: “Van a necesitar protección toda su vida”. Y mientras elaboraba teorías sobre la importancia y el coste de los servicios sociales, uno de los chicos me sonrió, se me acercó y me dijo con su voz de pajarillo tartamudo: “Eres buena y guapa, te lo he notado”. Y entonces lo vi a él en singular, como se ve la sombrillita verde en este mar de tiendas iguales que aparece en la fotografía. Y era como una brecha en lo humano por la que se asomara deslumbrante un claro de la más profunda verdad del ser. Era una persona única y me daba la lección de verme como persona única él a mí primero.
Me había impresionado el reportaje de 21RS sobre nuestro presente y nuestro futuro hermanado con la robótica y andaba buscando similitudes mecánicas entre la gente de la calle. De repente, comprendí que no hay más similitud que la hermandad en la fragilidad y la belleza. Y que todo lo demás, todo, todo absolutamente, es maravillosa, enriquecedora diferencia.
 @CarmenGuaita1
Artículo escrito para la revista 21 RS

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