“En
campo de gules señorea un libro amarillo coronado de un ojo de azur.” No sé
expresarme con los términos de la heráldica así que probablemente he escrito
una tontería, pero es que este logo de la Feria del Libro de Leipzig se parece
mucho a un escudo. Por eso me ha parecido sintomático que las “escuderas” sean
cuatro muchachas. Es como si el fotógrafo pintara una metáfora de la situación
de las mujeres frente a la educación, lo que algunos expertos denominan falla sociológica.
Cuando los niños y las niñas se escolarizan juntos
en igualdad de condiciones, en cualquier nivel desde infantil a la universidad,
las chicas tienen un éxito significativamente mayor por su capacidad, su
aplicación y su sentido de la responsabilidad, factores que se constatan casi
como una ley. Yo lo estoy viendo ahora en mi clase y me parece casi imposible
que ese desnivel de madurez entre chicas y chicos pueda salvarse con el tiempo.
Sin embargo, no solo se superan las diferencias sino que se invierten. Cuando
pasa un tiempo, las chicas ya no están en igualdad con los varones, ni siquiera
ganan el mismo dinero por el mismo trabajo. No se sientan en las Reales
Academias, no influyen en la economía, no dictan en las cátedras ni en el poder
político… Han desaparecido. ¿Quién se las ha tragado? Una “falla sociológica”- en expresión de Miguel Ángel Santos Guerra-
que, aunque va rellenándose con sudor e incluso con sangre, tiene aún abierto un
profundo abismo.
No resulta difícil
explicar por qué sucede esto. La mayor parte de los trabajos están diseñados
por los hombres y giran a su alrededor. Obligan a las mujeres a sumergirse en
ellos y a renunciar a una buena parte de vivencias personales que ellas quieren
y necesitan experimentar también. Llegar a puestos de primer nivel es una
carrera de obstáculos para hombres y mujeres, pero parece como si ellas además
tuvieran que correr cargando con una mochila. Y, sin necesidad de remontarnos a
las directivas, la jornada laboral interminable tiraniza a muchas mujeres que,
sencillamente, tienen que llevar dinero a casa.
Este campo de gules
muestra por tanto el color de la injusticia. Bienvenido sea el simbólico escudo
que nos envía un mensaje: mujeres, solo la cultura – más argumentos sólidos a
favor de lo verdaderamente femenino, más educación y más conocimiento - podrá
rellenar los pliegues de la terrible falla sociológica.
Artículo escrito para la revista 21RS