BIENVENIDOS

Bienvenidos a esta sala de profesores. Gracias por compartir conmigo las ganas de pensar sobre educación.



miércoles, 16 de enero de 2013

DIBUJOS DE PENSAMIENTO





Vemos cómo se gobierna con la razón estratégica, cuya virtud es la astucia; no con la razón moral, cuya virtud es la justicia.


Mientras se decide o no el rescate económico la verdadera prioridad es el rescate ético. Aquí no se aguanta más el hedor.


Quien se pregunta ¿para qué la enseñanza y la sanidad públicas? ha olvidado lo que significa ciudadanía.

lunes, 14 de enero de 2013

UN BAÑO DE REALIDAD





Hace apenas unos días he podido comprobar directamente algo que me preocupaba sospechar: la reforma educativa se está gestando de espaldas a la realidad de las aulas, a la naturaleza del trabajo docente y a la especificidad del aprendizaje académico. Se me contestará que todas las reformas se han elaborado hasta ahora en despachos; entonces esta vez tal vez más que nunca.
Por la naturaleza del trabajo que desempeño en ANPE desde hace varios años, he tenido la oportunidad de realizar aportaciones a la LOCE y la LOE. Pues bien, los equipos responsables de la configuración de esas dos leyes escuchaban las propuestas argumentadas, aunque tenerlas o no en cuenta fuese criterio libre de su voluntad legisladora. Pero no eran simplemente gestores con voluntad de diálogo: eran personas que reconocían la complejidad del mundo educativo. Ahora no es así. Lamento mucho escribir esto porque me parece una circunstancia dolorosa para todos, algo que quienes pedíamos una reforma con acuerdo y voluntad de futuro no hubiésemos deseado jamás.

Uno de los problemas de la LOMCE es la absoluta separación entre los objetivos y fines de los diversos borradores del anteproyecto y el marco de recortes en el que está inmersa la educación en España. El desapego de la realidad es la causa de que estos borradores contengan tantas lagunas y contradicciones internas. Por supuesto, si no se reconoce el panorama general, no se ve tampoco el impacto que estos recortes tienen para la enseñanza pública ni se entiende que esta red – que debe ser prioritaria para la administración, obligada a ejercer su patronazgo - precise de una protección especial.

El pasado mes de diciembre presentamos en ANPE una encuesta realizada sin grandes pretensiones previas, pero que a través de los medios digitales y las entrevistas personales ha resultado contener la opinión de diez mil docentes. De diez mil once, concretamente, en el momento de cerrarla para su tabulación. Sus resultados son un baño de realidad, y sin entender lo que significan no puede entenderse tampoco la indiferencia e incluso la desmotivación del profesorado ante la nueva reforma educativa. Porque, por ejemplo, si un instituto de FP, cuyo equipo directivo y claustro trabajan desde hace más de una década por la mejora de la calidad, ve cancelada su única modalidad de bachillerato y se encuentra con la pesadilla de informar a los alumnos y familias de la ruptura del proceso escolarizador en una etapa tan delicada como esa, ¿cómo se va a creer ese claustro lo de la especialización curricular? ¡Si ayer la tenían y se esforzaban por incrementarla y hoy se la han quitado!

Este es un ejemplo real, de la comunidad de Madrid, pero es extrapolable a cualquier centro público. Según los datos que hemos recabado un 73’7% del profesorado ha visto aumentada su jornada lectiva;  ha disminuido el número de profesores en un 83’1% de los centros; ha aumentado el número de alumnos por clase para casi el 70% de los profesores; para el 76’7% de los centros se han reducido apoyos, refuerzos y desdobles. ¿Qué mejora puede resultar de estas cifras? ¿Quién va a tomar en serio ese documento que habla de implantar programas de calidad, TICs, idiomas, atención individualizada…?

La mayoría de los docentes que han querido dejar su opinión en esta encuesta afirman que el aumento de la jornada lectiva y la ratio está perjudicando precisamente la atención individualizada a sus alumnos, y produciéndoles a ellos un fuerte desgaste físico y psíquico. Dicen también que las reducciones de personal y la no sustitución de las bajas perjudica seriamente a la organización de los centros; que la pérdida de derechos retributivos y laborales es grave y afecta a la motivación profesional; que se está lesionando una vez más la consideración social de la profesión docente; y que la principal perjudicada por los recortes es la enseñanza pública. Aún así, para casi el 93% de los encuestados, la mayor preocupación es cómo afectarán estas circunstancias al futuro de los alumnos y de la sociedad.
La encuesta completa está en la página www.anpe.es y merece la pena conocerla. Es la opinión de un número importante de profesores, mayor que el campo de muchas de las encuestas del CIS. El Ministerio de Educación debe conocerla también, escucharla con tranquilidad sin reaccionar a la defensiva contra estas voces, porque la LOMCE necesita urgentemente un baño de realidad. Todavía estamos a tiempo de conseguirlo, no hay nada cerrado aún y los únicos que deben cerrarse son los recortes. Necesitamos imperiosamente acertar con la reforma educativa, acertar todos. Necesitamos que el Gobierno intervenga sobre el sistema educativo con acierto, con prudencia, con generosidad, valorando lo que funciona aquí – en Valladolid o en Logroño- y no solamente lo que funciona en Helsinki. Necesitamos que se escuche a los profesores que son quienes deben creerse esta reforma para poder aplicarla. Porque la LOMCE nunca será lo que los despachos quieran; será lo que quiera la comunidad educativa.

Artículo escrito para la revista Escuela.

martes, 8 de enero de 2013

HOMESCHOOLING






Al comenzar la década de 1940, los padres de Loly, una chiquilla que vivía en una ciudad de provincias, decidieron evitar la escolarización de la pequeña para protegerla mejor y tomaron la decisión de educarla en casa, aunque en la vecindad había dos grandes colegios con buena fama. Loly era hija única. La familia no era rica pero los padres de Loly contaban con un buen bagaje cultural. Manuel, su padre, era matemático y astrónomo y trabajaba en el Observatorio de la Armada. Pura, su madre, era concertista y había desarrollado una brillante carrera profesional hasta que el luto por sus hermanos muertos en la Guerra Civil hizo enmudecer su piano. La niña recibió durante toda la infancia clases de matemáticas con su padre y de piano con su madre. Además, tomaba clases de inglés y de cultura general con un preceptor. Aquellas eran las materias que interesaban a sus padres. Les parecían lo más adecuado para ella.

 Loly descubrió muy pronto que le resultaba fácil escaparse de unas clases que comenzaban cuando ella estuviese dispuesta para ello. No obstante, como era muy inteligente, sus padres la animaron a iniciar el bachillerato, ya en un centro educativo. El ingreso en la enseñanza reglada durante los primeros años de adolescencia fue un contraste tan brusco para Loly que trajo consigo un fracaso. Así, mientras algunas de sus coetáneas -Manolita, Eloísa- se convertían en pioneras de la presencia de la mujer en la universidad española, Loly se resignó a un destino de segunda – ama de casa en los años sesenta- para el cual ni el inglés ni el piano le sirvieron de mucho. En ella quedó, eso sí, un hambre insaciable de libros de filosofía y una enorme tristeza por las oportunidades perdidas.

He tenido ocasión de hablar con Loly sobre esta educación que recibió, y he comprobado cómo ella ha guardado toda la vida cierto resentimiento por las puertas de la normalidad que sus padres le cerraron, por las vivencias y aprendizajes sociales que no tuvo de niña y hubiera necesitado, y por la burbuja de su infancia que le deparó una vida entera de encontronazos con la realidad.

 Hoy esta manera de educar retorna, envuelta en papel de regalo y denominada con una palabra inglesa para mayor brillo. Se llama homeschooling. Desde el respeto a quienes la defienden, creo que es importante dejar bien claro que no constituye ningún progreso sino un retroceso profundo hacia periodos en los que la educación era solamente para las élites. Educar a los hijos en casa es patrimonio de rentas altas y niveles culturales brillantes, y aún así conlleva el riesgo de separar a los niños de las experiencias y aprendizajes de socialización, de autoconocimiento y de ética que supone la convivencia en el entorno escolar. Despreciar la escolaridad es negar la evidencia de que la educación es algo mucho más complejo que los meros aprendizajes de conocimientos. Ahora bien, es verdad que en el homeschooling el gasto por alumno es prácticamente inapreciable, y a lo mejor su auge de los últimos años tiene que ver con esto.

Esta noche en el programa "La noche en vela" de RNE hablaremos del homeschooling. Si puedo, contaré la historia de Loly. Yo la conozco bien porque aquella chiquilla de provincias es mi madre.


miércoles, 2 de enero de 2013

TIEMPO DE REGALOS PARA NUESTROS HIJOS


 

 

 

Las megafiestas de estos días, la sucesión de apocalípticos Papás Noel y Reyes Magos en poco más de una semana de fiestas de Navidad, no son sino manifestaciones de lo atrapados que nos tiene la sociedad de consumo. A los adultos, no nos engañemos. Porque esta avalancha de gastos y regalos no corresponde a una necesidad, ni seguramente a un deseo, de nuestros hijos.

Si somos sinceros, debemos reconocer que en muchas ocasiones empleamos el dinero y los juguetes como sustitutos de nuestra presencia y afecto. Creemos que a nuestros hijos les consuelan porque a nosotros, cuando salimos quemados del trabajo, parar a comprar un par de zapatos nos consuela. Pero es un reflejo condicionado que estamos transmitiendo, y debemos ser conscientes de ello.

De vez en cuando se publican estudios sociológicos que muestran panoramas merecedores de reflexión. Es curioso, por ejemplo, el informe Adecco sobre las aspiraciones de los niños y adolescentes españoles entre 9 y 17 años. Ocho de cada diez encuestados afirma que, si fuera adulto, preferiría pasar más tiempo con sus hijos a ganar mucho dinero; que si mandaran en el mundo resolverían en primer lugar la pobreza; y que la mejor manera de gastar el dinero es viajar. La mayoría de los chicos quiere ser futbolista, y casi un 25% de las chicas elige ser de mayor… ¡profesora! No aparece entre las respuestas más frecuentes la profesión de modelo, que los mass media presentan como el sueño de toda mujer. ¿Por qué damos por sentado que a nuestros hijos les encanta todo lo material?

 
Sin embargo, el mercado dedicado al mundo infantil es uno de los más florecientes y agresivos: la campaña de los juguetes previa a la Navidad comienza a mediados de agosto, todas las tardes de viernes están supeditadas a la invitación que tenga nuestro hijo en su cargada agenda, seis o siete meses antes de su cumpleaños estamos reservando ya pista en la bolera, pedimos al Banco un crédito para pagar la fiesta de Primera Comunión, nos sentimos incapaces de frenar toda esta vorágine y no sabemos en realidad qué es lo que pasa.

 
Las celebraciones son importantes para la familia y deben ser ocasión para demostrarnos unos a otros que nos queremos. Pero el lenguaje de los sentimientos de un niño es más sensible y profundo de lo que pudiera parecer: puede entender perfectamente que va a pedir a los Reyes uno o dos regalos, los que escoja sabiendo justificarlo, y por nuestra parte nos volcaremos en que el día 6 de enero sea especial,  fuera de lo común y adocenado. La montaña de regalos que permanece sin abrir porque ni siquiera da tiempo no sirve más que para producir una sensación de exceso, de borrachera, con su inevitable vacío posterior. Un desayuno familiar con roscón y chocolate, prolongado y en el que todos pongamos lo mejor de nosotros mismos, en el que nuestros hijos aporten la decoración de la mesa, pintando servilletas o un mantel de papel, decorando las sillas o recortando siluetas para la lámpara puede convertirse en una tradición familiar inolvidable, que repitan ellos el día de mañana con sus propios hijos.

 Viviendo así este periodo festivo, ¿para qué sobrecargar a los niños con expectativas de regalos? ¿Qué sentido tiene el engaño sobre Papá Noel cuando ya el misterio de los Reyes es suficiente para llenar de encanto los primeros años, y de añoranza el resto de la vida? No debemos engañarnos: un juego de Play Station o un vestuario completo de Barbie que se estrenan el veinticinco de diciembre nos aseguran la tranquilidad y el silencio de los niños durante un par de semanas, justo hasta que el seis de enero llegue otro cargamento de regalos. Ese y no otro es el motivo de copiar la tradición anglosajona. Si nos es imposible luchar contra la corriente, porque nuestros familiares se han sumado a ella, al menos exijamos sentido común a la hora de regalar, para no caer en el exceso que estraga. ¿Qué tal los libros y juegos de mesa en Navidad y la muñeca soñada que se pidió en la carta, para los Reyes? ¿Y si Papá Noel trae las entradas para ver una obra de teatro, un concierto o una función de circo en familia, y lo vivimos como una gran fiesta? El arte representado en directo es un gran regalo también, uno de los mejores. Y en todos los pueblos y ciudades hay oportunidades de verlo en estos días.

A quienes se entrampen para comprar este año los reyes de sus hijos les invito a hacer la prueba de los dos años después: los regalos no se recuerdan.

 Estamos cercados por la sociedad de consumo. Sin embargo,  podemos educar a nuestros hijos como personas solidarias, con sentido crítico y con capacidad de juicio y de elección, empleando la valiosa herramienta de la austeridad, una invitación que nos hace hoy la crisis económica. Porque no es realmente más libre quien escoge entre ocho marcas distintas de cereales para desayunar; este exceso, por el contrario, anula la libertad. Es libre quien escoge entre dos opciones siguiendo verdaderamente sus preferencias. Nuestros hijos comprenden la austeridad mucho mejor de lo que creemos. Si les educamos en ella - con nuestro ejemplo, claro está- recogeremos los frutos.