BIENVENIDOS

Bienvenidos a esta sala de profesores. Gracias por compartir conmigo las ganas de pensar sobre educación.



sábado, 30 de abril de 2011

EDUCACIÓN ES TODO



El último informe de la OCDE sobre las políticas de familia pone en evidencia las dificultades de conciliación entre la vida familiar y laboral de los españoles. Aunque ha pasado casi desapercibido entre los fastos de la boda y los infaustos del fútbol, es un informe importantísimo para el mundo educativo porque la familia ES la educación. Los profesores tenemos un ámbito bien definido: el que corresponde al conocimiento, a la apertura al mundo exterior y a la convivencia en sociedad. Para completar la educación que se recibe en casa, los docentes tenemos que complementarla con los aprendizajes escolares. Llegamos a donde la familia no llega. Pero, ¿y si la familia no llega a nada?

El informe OCDE nos habla de la imposible coordinación de los horarios laborales españoles con los de la infancia. Tanto incide en su importancia que califica su efecto como “perverso” para la vida familiar. Denuncia también la falta de plazas en guarderías, la escasez de ayudas y la importancia desmesurada de los abuelos, en cuya buena salud y voluntad se descarga la atención a los niños muy pequeños. Sin embargo, los abuelos- padres son una especie a extinguir. ¡Ahora vamos a estar trabajando muchos más años!

En la vida de un gran número de niños y adolescentes, la ausencia de los padres no está cubierta por nadie. Llegan a casa, abren la puerta y, con suerte, en los niveles más privilegiados, algunos encuentran una cuidadora. Pero en muchísimos casos les atiende solamente la niñera catódica y acompañan el bollycao con esas peleas a gritos que dominan lo que se llama cínicamente “el horario infantil”.

La dificultad de conciliar la vida familiar y laboral por los horarios dilatados tiene una enorme incidencia en el fracaso escolar de nuestro país. Es una de sus causas. Sin embargo, conciliar no es sacar de la vida laboral a las madres, no es tan fácil; conciliar es racionalizar los horarios de todos. Los profesores tenemos que ser los más implicados en la exigencia de que se revisen los horarios españoles. Ya es hora de decir bien claro que educación es todo.



miércoles, 13 de abril de 2011

PROFESORES Y JUBILACIÓN




Escoja cinco profesiones que le parezcan imprescindibles para el progreso de la sociedad. ¿Están los profesores en su lista? Seguro que sí.
Ahora le ruego que piense en cinco profesionales diferentes a quienes deba usted algo bueno que le haya pasado en la vida. ¿Está entre ellos alguno de sus maestros?
Elija ahora cinco obras de la humanidad que enviaría al espacio como muestra de las capacidades de los habitantes de nuestro planeta. ¿Ha escogido alguna relacionada con el arte, con el pensamiento, con la literatura, con la música…? ¡Pues para lograrlas hicieron falta maestros!
Escoja cinco facultades que desearía proporcionar a sus hijos, ¿se cuenta entre ellas una buena educación?
Y si esto es así, ¿por qué tenemos los profesores que explicar cuál es nuestro trabajo? ¿Por qué tenemos que pedir disculpas por desarrollar una tarea que no se parece a ninguna otra? ¿Por qué es tan fácil convertirnos en tópicos y atacarnos incluso desde las columnas serias de periódicos serios?

La profesión docente sufre una curiosa paradoja: es una gran profesión a la que cuesta reconocer una gran profesionalidad. Todos opinan sobre educación, todos saben, todos cuestionan. Un profesor es un recurso para la caricatura de trazo grueso en televisión o para la crítica de barniz sociológico en la prensa. Parece que ahora los profesores estamos definidos por la exigencia de mantener la posibilidad de una jubilación anticipada. Con cierta rigidez de pensamiento, se critica esta posibilidad tachándola de privilegio para un colectivo mimado. Por lo que se ve hay a quien le parece oportuno y justo encontrar en las aulas de Infantil de tres años a maestros de sesenta y nueve. ¿Por qué no si tienen suficientes fuerzas? Pero, ¿y si no las tienen? Los niveles educativos son muy distintos entre sí, y muy diferente el trabajo que se lleva a cabo en un aula de Primaria de un laboratorio de la universidad. Por eso estoy segura de que muchas familias entienden esta reivindicación de los profesores perfectamente.

ANPE exige el mantenimiento de la jubilación voluntaria a los sesenta años para aquellos docentes que, habiendo cotizado mucho tiempo, lleguen a esa edad con dificultad para desempeñar, al cien por cien, un trabajo muy duro, muy serio y muy sometido a altísimos niveles de estrés. Y como medida general proponemos que se mantengan las condiciones actuales de jubilación: una horquilla de edad de los sesenta a los setenta años. Los docentes españoles pueden ahora prolongar hasta los setenta años su vida laboral si quieren. Si mantenemos la edad legal en 65 y permitimos que, con los requisitos que sean, un docente que no pueda seguir adelante se jubile a los 60, estaremos mejorando la calidad del sistema educativo y abriendo el paso a la renovación en una profesión que precisa de una buena salud física, y de resistencia psíquica, alegría y motivación a raudales.
No podemos estar ahogados por los tópicos, ni ser unos incomprendidos por la sociedad. Los docentes somos profesionales del derecho a la educación y actores fundamentales de la comunicación pedagógica. Desempeñamos la profesión del saber, del saber aprender y del aprender a ser. No tiene equivalentes en ninguna otra función social. Si se redujera el número total de profesiones imprescindibles para el desarrollo de la sociedad a dos o tres, los profesores quedaríamos en posición de cabeza. Reconocer las particularidades de una profesión como esta no es exigir privilegios sino valorar un servicio y una responsabilidad imprescindibles.